El mejor reflejo de la actual situación de la minería andaluza se encuentra a poco más de 36 kilómetros de Sevilla. El yacimiento de cobre, zinc y plomo de Aznalcóllar. Su futura reapertura es un claro ejemplo del repunte que en los últimos años está experimentando este sector en la comunidad y de la apuesta por reflotarlo. Pero no son los únicos indicativos. Esta segunda vida para Aznalcóllar muestra la necesidad de la actividad minera de despojarse de su mala imagen social, alimentada por catástrofes como la ocurrida en 1998 en este complejo sevillano, cuando la rotura de la balsa de lodos tóxicos echó todo por tierra. Ahora, el sector afronta esta nueva etapa con el reto de generar empleo y actividad más allá de las galerías.
En estos tres últimos años la minería andaluza ha despertado. No solo por la consolidación de grandes proyectos como los de Aguas Teñidas, en Huelva; y Cobre Las Cruces, en Sevilla; sino también por la apuesta del Gobierno andaluz por liberar territorio para su investigación y explotación (en lo que va de legislatura, más de 600.000 hectáreas tras el nuevo concurso anunciado por la presidenta Susana Díaz a principios de mes, el mayor de la historia reciente de Andalucía). Y es que, tanto la Administración como los sindicatos y los empresarios destacan que la minería metálica en la comunidad vive su gran oportunidad. “Andalucía es actualmente referente. Se ha erigido como la zona más importante en minería en España y en el sur de Europa”, señala el presidente de la Asociación de Empresas Investigadoras, Extractoras, Transformadoras Minero-Metalúrgica y de Servicios (Aminer), Francisco Moreno.
Según los datos de Aminer, que aglutina a casi el 95% de las empresas del sector, la minería andaluza registra actualmente 1.800 empleos directos y 3.500 indirectos. De arrancar los proyectos en tramitación, estas cifras se duplicarían hasta los 3.500 y 6.000, respectivamente. Asimismo, la facturación crecería de los 600 millones del año pasado a los 1.000. Andalucía aporta el 60% de la producción nacional de minerales metálicos. Ante este panorama, el principal reto del sector es conseguir “generar tejido industrial” a su alrededor, en palabras de la directora general de Minas, María José Asensio. “Hay que conseguir que la minería sea una actividad industrial plenamente integrada en la economía. Que se produzca ese enganche. Hay que lograr que una empresa que hoy fabrica tuberías para Aguas Teñidas, mañana también lo haga para otra empresa”, señala Asensio. “La minería, sin que se cree industria a su alrededor, es pan para hoy y hambre para mañana”, critica el responsable de Minas de Ecologistas en Acción, Antonio Ramos. “No hay que olvidar que hay comarcas que no tienen otra alternativa económica más que la minería”, afirma el secretario de políticas sectoriales y servicios jurídicos de CC OO, Manuel Ruiz.
¿Cuál es el camino? “La reforma de la ley de minas [que el Gobierno central ha decidido finalmente aplazar hasta el próximo año] debe articular de alguna forma que la actividad minera deje riqueza en la zona”, afirma Asensio. El borrador elaborado por el Ministerio de Industria contempla, entre otras medidas, imponer un impuesto para esta actividad, una propuesta no ajena a la polémica. “El ministerio no aclara qué tipo de tasa es, a qué actividad minera afecta, a qué se va a destinar el dinero recaudado… Hay que sentarse a dialogar y analizar en qué momento puede establecerse”, cuestiona la directora general de Minas. “Recaudar por recaudar, no”, defiende Ruiz.
Por el contrario, para Ecologistas en Acción, la solución pasa por este punto. “Es necesario establecer un impuesto que permita incentivar la industria alrededor de las minas. A través de esta tasa, que respondería a un tanto por ciento de los beneficios, se podría fomentar la creación en esa comarca de nuevas empresas que evite que, una vez terminada la actividad en el yacimiento, se deprima su economía”, explica Ramos.
Esta segunda oportunidad para la minería andaluza viene respaldada a su vez por la llegada de nuevos inversores atraídos, entre otros motivos, por la subida de los precios de los metales. “El cambio más relevante en estos últimos años ha sido la verdadera apuesta de las empresas por investigar en la comunidad. El interés se está traduciendo en muchos millones de euros en investigación”, asegura Asensio. “Si tenemos en cuenta los proyectos ya planificados, la inversión en Andalucía superará los 2.800 millones. Tenemos una oportunidad extraordinaria para convertirnos en referente mundial de la minería innovadora”, afirma el presidente de Aminer. “Ahora mismo existe una demanda tan importante que no se puede dejar escapar”, defiende el responsable de Minas de la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios de UGT, José Jesús Rodríguez.
Y, precisamente, para evitar esa fuga de capitales, tanto la Junta como los sindicatos y empresarios coinciden en señalar la necesidad de que la reforma de la ley de minas, que data de 1973, ataque el principal punto flaco del sector: el burocrático. “Es nuestro hándicap. No sé puede crecer si los procesos administrativos y legales frenan los proyectos porque se caduquen los permisos o concesiones”, reconoce Moreno. “Es vital que se reduzcan los trámites administrativos. Lo que no puede ser es que, tal y como establece la actual normativa, una empresa tenga que pedir permiso hasta para comprar un camión. Tenemos sometidas a las empresas mineras a una inflación de papeleo que no redunda en más control”, expone Asensio.
Pero los retos del sector no quedan ahí. También tiene que librarse de un fantasma. “Hay que acabar con el mito de que una mina destruye”, defiende el responsable de UGT ante las críticas de los ecologistas. “Por mucha restauración que acometan las empresas tras la actividad, la porquería seguirá allí”, denuncia Ramos. “Las empresas que están desarrollando su actividad en nuestra región lo hacen con las máximas garantías ambientales y la mínima afección al entorno”, responde Moreno. Y es que un desastre como el de Aznalcóllar, defienden las tres partes, no se puede repetir.
Fuente: El País